Escribe: Diana Miloslavich Tupac
Mujeres y hombres vivimos juntos los grandes acontecimientos, las grandes rupturas de época pero de manera diferente, de acuerdo con la situación y ubicación de cada uno y una en la sociedad de cada momento.
¿Cómo vivieron San Martín y Rosa Campusano este acontecimiento? Ella reconocida por sus méritos a favor de la independencia. Ricardo Palma en sus tradiciones, quien la conoció y conversó con ella, no tenía razones para mentir respecto de su trabajo de apoyo a la causa revolucionaria. Sin duda, falta aún encontrar nuevas fuentes que nos lleven a profundizar en su trabajo. Según el historiador Juan Luis Orrego, fue hija de Francisco Herrera Campusano, productor de cacao, y de la afrodescendiente Felipa Cornejo. Campusano nace en Guayaquil el 13 de abril de 1796. Ricardo Palma la conoce en 1846 y escribe sobre ella en sus Tradiciones peruanas. Silvia Puente, en su libro Rosa Campusano, La mujer de San Martín (2011) señala que muere en 1851, sepultada en el Presbítero Maestro y que no fue hija de esclava.
Amparada hasta el final por Francisco de Paula González Vigil, director de la Biblioteca Nacional durante treinta años en los gobiernos de Orbegoso y Castilla, desde ahí acogió a Campusano hasta su muerte.
Es Palma quien escribe que por su cercanía e intervención, Thomas Heres, capitán del Batallón Numancia con 900 plazas, se pasó a las filas republicanas con el nombre de Voltígeros del Perú. Otro hecho importante que Palma destaca es su vínculo con el comandante Juan Santalla, que debía encabezar un movimiento en la fortaleza del Callao a principios de 1821 y que se arrepintió sin delatar a nadie.
Carlos Neuhaus hace referencia a los salones literarios que eran centros de reunión y conspiración y menciona el de Rosa Campusano, unido al de Petronila Arias de Saavedra de Puente, al de doña Carmen Vásquez de Acuña, condesa de la Vega, Petronila Carrillo de Albornoz de Boza en Lima y al de Rosa Cavero y Tagle en Trujillo.
Señala además que no se limitan a los salones, sino que mujeres como Cayetana Quiroz, van a la batalla, o Brígida Silva que conspira con sus hermanos Mateo y Remigio. Destaca a Carmen Guzmán, cuya fonda en la calle Guadalupe, era el epicentro de jefes, oficiales y soldados del Numancia. Neuhaus pone en duda lo escrito por Palma y también el de las heroínas Toledo. Aunque reivindica el papel de Doña Juana Manrique Lara de Luna en la epopeya de José Olaya, que era su enlace con los patriotas y que se salva por la discreción de Olaya.
La presencia de Campusano en la vida política de Lima fue relevante, sin duda, recibe la Orden del Sol creada por San Martín el 8 de octubre de 1821 para premiar los servicios a favor de la independencia. Es una de las 144 mujeres reconocidas por el libertador el 11 de enero de 1822, entre caballeresas, seglares y monjas de trece monasterios de Lima.
Ya se había hecho en octubre de 1821 el reconocimiento a las partidas de guerrillas y a las ciudades. Lima es denominada: Heroica y Esforzada Ciudad de los Libres. La Gaceta del 23 de enero de 1822 publica la relación de las mujeres reconocidas por la república entre las que se encuentran Rosa Campusano y Manuela Sáenz.
La relación de las mencionadas damas patrióticas, aparece en La Mujer Peruana a través de los siglos (1924) de Elvira García y García, quien destaca que las damas mencionadas, además de su acción patriótica, contribuyeron con grandes donativos al Ejército Libertador, consistentes en dinero, telas y víveres. Fanny Arango, señala que el imaginario de la categoría nacional dentro del discurso republicano latinoamericano del siglo XIX excluye de su proceso de invención a las mujeres como sujetos de la emergente ciudadanía, así como a todos los grupos sub representados. Los cánones siguen vigentes y por ello es importante estudiar y destacar el papel de las mujeres en la formación de las repúblicas.
Por ello el comentario de Flora Tristán cuando llega a Lima y visita el Congreso, se queda sorprendida de que haya mujeres interesadas en la política. Ya habían pasado doce años de la declaración de la independencia y seguía el interés que ya habían demostrado las 144 mujeres que San Martin reconoció como meritorias.