El COVID-19 está en la etapa del contagio comunitario y en clara expansión en nuestro territorio. La única respuesta eficiente es el aislamiento social y la emergencia nacional que se ha declarado es una alternativa viable para garantizar que el conjunto de la sociedad acate esta política de salud. Solo así será posible detener el avance exponencial del virus. Respaldamos esta decisión y llamamos a toda la ciudadanía a cumplirla con responsabilidad, disciplina y solidaridad. Es urgente que el gobierno explique con mayor claridad los objetivos, las posibles etapas y sus alcances.
La medida tiene un alto costo social, sobre todo para los sectores más vulnerables y cuyos limitados ingresos dependen del trabajo diario. Es positiva la decisión de otorgarles un bono, pero 380 soles son insuficientes y la cifra debe elevarse por lo menos a la del sueldo mínimo para asegurar a estos millones de familias un ingreso que cubra sus necesidades fundamentales. Es imprescindible que los tres niveles de gobierno fiscalicen y legislen para sancionar severamente a los especuladores de productos y servicios de primera necesidad.
Es fundamental que el gobierno nacional garantice los recursos necesarios para enfrentar la pandemia sin los límites que plantea la ortodoxia económica. La precariedad de nuestros sistemas de salud, saneamiento y educación, así como nuestra incapacidad de asegurar los mínimos básicos para todos y todas, se han puesto en evidencia con esta pandemia. Cuatro décadas de destrucción del sistema púbico y de privatización de los servicios han fracasado. Es necesario atender la emergencia y también es el momento de iniciar un debate que permita fortalecer la capacidad de acción e intervención del Estado, así como priorizar de manera permanente el bienestar básico de los peruanos y peruanas.
El gobierno debe definir una estrategia para defender el empleo, asegurar el financiamiento y preparar las condiciones para la reactivación económica terminada la emergencia. Se deben dictar las normas necesarias para evitar que las empresas, los bancos y los propietarios trasladen los costos a quienes menos tienen. Se requieren, asimismo, medidas contundentes para las micro y pequeñas empresas, promover su formalización y asegurar su continuidad en esta etapa de crisis.
Es momento de la unidad frente a esta pandemia. No obstante, para que esta necesaria convergencia de voluntades se haga realidad debemos atender la emergencia poniendo en el centro a los sectores más vulnerables, así como diseñar e implementar los cambios estructurales que nuestra sociedad, economía y Estado requieren para avanzar en el camino del desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible.