La educación es una de las principales herramientas que los Estados tienen para hacer frente a las desigualdades y promover un mayor bienestar social, además de impulsar el desarrollo sostenible de sus economías. De un lado, otorga a las personas la posibilidad de un mayor desarrollo y progreso personal, así como mejores ingresos, impactando de forma positiva en las condiciones de vida; y, por otro lado, contribuye al desarrollo económico a largo plazo, al mejorar los niveles de productividad, la calidad de los empleos y reducir la pobreza.
Si bien en el Perú se han registrado avances en cuanto al acceso a la educación en todos los niveles educativos, aún prevalecen grandes desafíos como el aseguramiento de una educación de calidad, la mejora en las capacidades de los docentes, la apropiación de las tecnologías digitales en los procesos de enseñanza y aprendizaje, el fortalecimiento de los contenidos y el reto de maximizar el gasto público en Educación (INEI, 2021); asimismo, otro de los desafíos presente es la lucha contra las desigualdades educativas, tanto por áreas geográficas, raza, género y nivel de ingresos. Por ello, garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad requiere fortalecer las políticas educativas, además de una mayor inversión en educación que permita promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos y todas, y por ende una adecuada formación del capital humano.